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LA VIOLENCIA ENTRE LOS OPRIMIDOS Y LA TRADICIÓN AUTORITARIA

LA VIOLENCIA ENTRE LOS OPRIMIDOS Y LA TRADICIÓN AUTORITARIA

Estimados compatriotas, compañeros, camaradas:

Alberto Flores Galindo se planteó una pregunta crucial en su trabajo historiográfico: ¿Por qué la revolución de Túpac Amaru no tuvo éxito cuando caía como madurita en el siglo XVIII? Y en un pequeño pero importante libro se preguntaba por la "tradición autoritaria en el Perú". Ambas cosas tenían que ver con algo: la violencia entre los propios oprimidos y la incapacidad de que se articulen en proyectos de transformación inclusivos. Túpac Amaru se planteó desde el principio un proyecto nacional en el que cupieran indios, mestizos, criollos, negros en fin. Lamentablemente hondos y mortales desencuentros recorrían al Perú no solo entre los dominadores y los dominados, sino entre los propios dominados. Esto último fue fundamental al expresarse una guerra de castas que desbordó a la dirección tupacamarista, produciendo rupturas al interior de su partido, no sólo con los criollos, sino incluso entre los propios indígenas y mestizos. Esta sería la explicación del porqué una sociedad tan contradictoria, supuestamente preparada para la revolución, se mantuvo incólume. El fracaso tupacamarista no sólo implicó la derrota de un grupo insurgente, significó la postergación del indígena hasta hoy, la destrucción de sus elites sociales, políticas e intelectuales y la prevalencia de un esquema de poder atravesado por relaciones de carácter colonial que han sido fuente de una división de clases pero también de una dominación cultural. Y esto, a su vez, ha tenido que ver con la tradición autoritaria. Ante las dificultades de construir o mantener una unidad nacional, se ha recurrido como fuga hacia adelante a salidas autoritarias y jerárquicas que ha reproducido y mantenido las relaciones de dominación en el país. Las dictaduras militares en un extremo y el senderismo en el otro fuera la mayor evidencia de esto, unos para conservar el orden establecido y otros supuestamente para transformarlo. Sabemos que ambos estuvieron caracterizados siempre por el autoritarismo, el desprecio a la vida y contenidos fascistoides. Traigo a colación esto debido a los últimos sucesos y discusiones entre los "nacionalistas puros" y los "izquierdistas". Nadie duda aquí del fracaso de la vieja izquierda para transformar el país y de su poca capacidad para la autocrítica además de estar a atravesada por las taras de una sociedad colonial que no supo comprender la dimensión cultural de las contradicciones en el país cosa a la que Mariátegui le prestó mucha atención cuando lanzara la consigna "peruanicemos el Perú" y construyamos el "socialismo indo americano". Sin embargo no todo fue un fracaso y el pueblo peruano construyó su tradición de lucha alimentado por la vertiente socialista que hace parte de su historia. Hoy aparecen nuevos protagonistas, y a la par de lo que viene ocurriendo en América Latina, insurgen nacionalismos que sin embargo se alimentan de la tradición latinoamericanista no sólo tomando como fuente las reivindicaciones de los pueblos originarios, sino del internacionalismo de izquierda. Por otra parte estos nacionalismos luchan por la defensa de la soberanía, porque nuestros países sean realmente nuestros y en el que todos seamos ciudadanos plenos e iguales. En el caso peruano especialmente, como en los países andinos la necesidad de la afirmación cultural aparece como un componente de este nacionalismo. En el Perú Ollanta expresa esos deseos del pueblo y ha sido capaz de constituirse en un liderazgo que tiene la oportunidad y nosotros consideramos la cualidad de ser el conductor de una gran corriente de transformación en el país, que cambie el curso y sentido histórico del mismo. De la misma manera sectores postergados del pueblo luchan por hacerse protagonistas y buscan con toda razón desplazar a la vieja clase política.

Álvaro Campana Ocampo

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